martes, julio 17, 2007

Cuento En Cuotas!!!


Esa mañana, todo parecía salir mal. Y quizás fuera así, era como si no solo el, sino todas y cada una de las deidades existentes se hubieran levantado con el pie izquierdo y se dedicaran a complicarle la vida, salvo aquellas que seguían durmiendo o las que no tenían pies, lamentablemente a estas el ya les caía mal desde hacia mucho.

Al comienzo de la jornada pensó que se trataba de una mañana normal, una de aquellas en las que el sol brillaría sin descanso, luego una brisa suave acariciaría sus cabellos para no ser sofocado por el calor solar y así continuaría el día hasta que la noche oscurezca todo y los astros le sonrieran desde lo alto. Pero, como suelen suceder en estos casos, la ilusión del día perfecto se desvaneció cuando contemplo la imagen que se recortaba en la ventana. No era una imagen de ultratumba, no era aterradora, no tenía ni exceso ni déficit en la cantidad de miembros, ni tampoco diferencia alguna en la ubicación de los mismos. Solamente era una figura, muy pero muy familiar, una de esas imágenes que suelen asociarse a espejos, estaba viéndose a si mismo, parado en el balcón observando el amanecer.

Tardo poco más de un segundo en reaccionar, lo primero que hizo fue pellizcarse fuertemente en la cara interna de su muslo, logrando el efecto esperado, acompañando al dolor una sola lágrima se deslizo de su ojo izquierdo ingresando rápidamente a la comisura de sus labios. Su segunda opción fue acercarse a un espejo, temiendo lo peor, pero en vez de visualizar los objetos que se encontraban detrás de él pudo ver una cara pálida, tremendamente asustada y con sus mismos rasgos. Llego a la conclusión de que no estaba muerto, o bien la muerte no era tal y como la pintaban.

Se lavo la cara y se convenció que solo se había tratado de una ilusión, un truco de los últimos vapores del sueño, una pequeña treta de su imaginación. Se desvistió rápidamente, para ahuyentar del todo la modorra que lo invitaba a acostarse nuevamente. Corrió la cortina y giro la canilla, primero la caliente, luego la fría para entibiar la hirviente agua. Ingreso en la ducha y pensó en lo bien que le vendría una baño de inmersión, lamentablemente no contaba con el tiempo suficiente. Mientras el agua discurría rápidamente por su cuerpo desnudo pensó en los sucesos de momentos atrás, todo había sido muy extraño, observo su muslo lastimado, una mancha rojiza cubría la zona pellizcada, muy pronto seria un moretón. Se sintió idiota al pensar en la forma con la cual tomo toda esa situación, en vez de observar con detenimiento la figura en el balcon.

Una idea atravesó con la velocidad de un rayo una por una de las neuronas cada vez mas activas de su ya despierto cerebro. Quizás el parecido de la figura haya sido una ilusión, pero hay ciertas probabilidades de que la figura realmente exista. Y no solo eso, podría tratarse de un ladrón, o aun peor, un asesino. Se sintió desprotegido, en caso de que esa probablemente existente figura aun este allí, el seria una victima fácil, no tenia donde huir ni con que protegerse. Se sentía como una tortuga en campo abierto observando la sombra con forma aguileña que daba vueltas a su alrededor.

Tomo coraje, dos largas inspiraciones y una bata... tampoco fuera a ser que el probablemente existente malhechor lo encuentre desnudo. Busco un arma y solo pudo encontrar un cepillo de inodoro, confiando es que si bien un golpe con el mismo no le produciría gran daño, si le daría tiempo de conseguir un arma mejor mientras el agresor agredido se recomponía del asqueroso ataque. Blandiendo en el aire su repugnante defensa atravesó la puerta del baño, conciente de su osadía su corazón se acelero cada vez más. Luego de recorrer dos de las tres habitaciones con las que contaba su hogar con un cepillo de inodoro en su mano se sintió estupido. Pero no ese tipo de estupidez que uno siente al decir algo fuera de lugar, cuando todas las miradas se clavan en uno con un brillo lastimero, o cuando todas las miradas observan para el lado contrario mientras que las conversaciones siguen su curso. Sino ese tipo de estupidez que uno siente cuando sabe que esta haciendo una de esas cosas que un ser humano normal negaría haber hecho aun cuando le jalasen repetidas veces de las patillas. Estaba en bata, recorriendo su casa agazapado al tiempo que dejaba sendo charcos en su camino, y lo peor de todo, con un repugnante y oloroso cepillo de inodoro en su mano, a modo de espada escatológica.

Soltando un bufido arrojo su fecal arma, levantándola raudamente al notar que había caído justo sobre su alfombra persa. Corrió al baño y dejo el cepillo en su lugar, noto cierto rechazo a hacerlo cuando recordó como empezó esa situación y que aun restaba ingresar a su dormitorio, donde la mañana había empezado. Se quito la bata, comenzó a secarse y siguió por afeitarse y peinarse, se observo con detenimiento y noto que algo raro le pasaba, brillaba demasiado, como si no tuviera un contraste oscuro. Se sintió tan tonto como antes y salio rápidamente del baño.

Atravesó el comedor y se acerco hacia su dormitorio. Empujo suavemente la puerta que cedió sin esfuerzo lanzando un chirrido agudo. Asomo la cabeza con desconfianza y luego entro rápidamente. Se rió de si mismo y comenzó a vestirse. Sintió ganas de observar el balcón, pero se contuvo, no podía ser más inmaduro.

Abrocho uno a uno los botones de su camisa, que hoy brillaba más que nunca. Se ciño en cinturón, anudo sus zapatos y luego se ajusto el nudo de la corbata. Tomo el saco y se lo hecho al hombro, cuando por el rabillo del ojo noto un movimiento en el balcón y se giro de inmediato. La cortina se agitaba en el aire matinal que ingresaba por el ventanal. Se quedo helado al recordar que nunca abrió el ventanal. Recordaba haberlo cerrado, por dentro, con el cerrojo. Como era que ahora se encontraba abierto. Soltó el saco y corrió al balcón. Pensó en salir pero se arrepintió. En cambio cerró el ventanal y suspiró.

Estaba anonadado. Tenía miedo, estaba aterrado. No entendía muy bien que estaba sucediendo pero estaba seguro de que no le gustaba nada. Le invadió una ola de rabia al contemplar su triste situación y la enmarañada angustia en la que se había hundido su vida. Odiaba aquel lugar. Odiaba aquella especie de cama de agua y todas esas ventanas bien pintadas, y aquel horroroso techo en perfecto estado. Hubiera deseado echarle la culpa a la pintura en vez de a si mismo, al repulsivo orden de las partes que perfectamente encajaban en su brillante parquet, a la asquerosa abominación de las paredes recién pintadas. Pero no pudo…


Continuara... en el Proximo Fasiculo de.... "Cuentos En Cuotas"!!!!!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

continua o sufre las consecuencias. Muy entretenido, gracioso, con cuota de misterio y hasta un cepillo de innodoro, cosa que no cualquiera se atreve a utilizar.... cosa que no ah de tomarse a la ligera, un cepillo de innodoro puede ser algo mortalmente peligroso.... pero con osadia y coraje, baoshi lo coloca en las manos de un heroe desnudo... realmente fantastico.
Abarazo.
Saludos desde este colorido lado.

John dijo...

"espada escatológica."
^__^... genial, no puedo decir mucho más.

Y? Qué pasó?
Alguien entró?
Te aburriste de escribir?
Satsu te castigó?

Infelizometro!!!

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